Sátiro Leneo

Satiro Leneo

Los sátiros somos criaturas salvajes de los montes y los bosques, somos de carácter despreocupado, cruel y lascivo; pero también juguetón e infantil, aunque nunca ingenuo. Tantas veces nos dejamos llevar por eso que los hombres llamáis amor cuando queréis decir sexo.

Hay quien se empeña en decir que somos diferentes físicamente a los humanos: con cabeza y brazos muy peludos; unos pequeños cuernos negros y las piernas de cabrón (si sólo fueran las piernas); esto es, somos exáctamente igual que todos los hombres de este mundo: feos, peludos, insensibles, con cuernos indubitables, miserables, mediocres y sublimes. Somos del color de la mierda y de la vida: marrón oscuro o pardo rojizo.

Me encanta retozar por los campos, cazar, tocar el caramillo y perseguir ninfas. Lo más maravilloso es entonar un sikinnis, y ver cómo de los arbustos y enredaderas nacen curiosos los ojos de las ninfas. Me gusta el vino y detesto la mesura

Dicen de nosotros que aprovechamos cualquier ocasión para organizar ruidosas orgías y saciarnos el saco roto del placer. (No os engañéis, no es tan fiero el lobo como lo pintan).

A mi me suelen llamar Nonno (abuelo). Era un jovencito al que llamaban 'de los pies de viento'. En griego antiguo el λένος era la cuba en la que se pisan las uvas, Leneo (λένεος) por lo tanto, significa "la tina".

sábado, 18 de junio de 2011



Corrientes aguas puras, cristalinas,
árboles que os estáis mirando en ellas,
verde prado de fresca sombra lleno,
aves que aquí sembráis vuestras querellas,
hiedra que por los árboles caminas,
torciendo el paso por su verde seno:
     yo me vi tan ajeno
     del grave mal que siento
     que de puro contento
con vuestra soledad me recreaba,
donde con dulce sueño reposaba,
o con el pensamiento discurría
     por donde no hallaba
sino memorias llenas d'alegría.

Garcilaso de la Vega Égloga I, versos 239-252

















  

jueves, 17 de febrero de 2011

Ojalá me amara el subjuntivo


















Porque no se tratara sino de subjetivos yoyós y tutús,
a ver si te atrevieses a creer que el dolor no mermara mi felicidad.
Uffff! ¿Sabrías de mí, sin que yo mismo lo sepa?
Lo que sé de ti, aunque nada sea, que sólo sea otro aullido
al nadie que siempre nos escuchase,
ni los gemidos, ni los salmos, ni los plantos.

Tuvieras un nombrecico del que pida me tocara la sombra
e inflamase mi corazón con la llama que creases.

Anda, y que se confundiesen la realidad y
mi memoria del recuerdo que ayer fuera vivo
ojalá me amara el subjuntivo
… y me concediera su melancolérica alma
y me adormecieran sus tinieblas eróticas
… para el alma que nunca fue alma ni nada

martes, 18 de enero de 2011

Y de nuevo el final

Al final siempre muere, a veces no con la vida, casi nunca con la muerte; todo se paga con el alma.